Ayer te vi, necesitaba hacerlo y no fue casualidad. Te busco desde la última vez y lo hago en cada sonrisa, en cada mirada perdida, en muchas manos, en cada rubia y hasta en mi almohada, pero no te encontraba hasta que te vi ayer...

La gran historia del Aleluya de Händel (El mesías)

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Al mediodía del 13 de abril de 1737, Christof Schimdt, el asistente de Händel sorprendido por un golpe sordo en el primer piso corre al cuarto del maestro y se lo encuentra semincosciente en el suelo, entre él y uno de los criados de la casa cargan con el enorme cuerpo de Hëndel y lo acuestan mientras Schimdt corre a buscar asistencia médica.

Pronto vuelve a casa con el dr. Jenkins que como se solía hacer en la época le hace una sangría y logra que recupere el conocimiento, Händel ha sufrido una apoplejía y tiene la mitad derecha del cuerpo paralizada.

Después de ese ataque la vida para él se vuelve muy pesada, Händel es un genio que necesita de la música para vivir, solo disfruta cuando algún amigo toca para él, luego vuelve a hundirse en la apatía, el médico a la desesperada decide aconsejarle que tome los baños calientes en Aquisgran, quizá eso le proporcione cierta mejoría.

Händel se agarra a la vida como un naufrago a una tabla, en Aquisgrán desoyendo los consejos médicos que le advierten de la peligrosidad de tomar las aguas durante más de 3 horas se mete en el agua a veces durante 9 horas, y en vez de morir se sucede el milagro, una semana después ya era capaz de arrastrarse, a la segunda puede mover su brazo derecho, y poco a poco va recuperando movilidad.

El ultimo día en Aquisgrán entra en la iglesia, nunca había sido especialmente religioso pero ahora recuperada la movilidad se siente objeto de un milagro, en el coro se fija en el órgano y posa las manos sobre él, su mano derecha le obedece perfectamente y toca poseído por una pasión sobrehumana que hace las delicias de las monjas y fieles que en aquel momento le escuchan.

A partir de ahí vuelve a Londres, son malos tiempos, la muerte de la reina, la guerra contra España, los teatros están vacíos, no hay publico, nadie escucha sus obras, Händel se siente de nuevo hundido por el destino.

El 21 de Agosto de 1741 fue un día de calor insoportable, Händel pasea por la noche por Green Park para aliviar su depresión, cuando vuelve a casa todo el mundo duerme, sobre la mesa encuentra la petición de un poeta amigo suyo de componer música para un poema sobre el Mesías.



Hándel quiere dormir, prefiere dejar el tema para mañana, pero las frases consolaos, así habló el señor y aleluya obran sobre su torturada alma de genio el efecto de un bálsamo, poseído de una energía desconocida se levanta de la cama y empieza a componer.

Cuando al amanecer un criado entra en su habitación e intenta dirigirse a él, Händel ni le contesta, como poseído no hace más que trabajar. Durante 3 semanas vivirá en éxtasis, sin acordarse del tiempo, ni de comer, cuando le traían comida con la mano izquierda agarraba alguna cosa y mordisqueaba unos bocados, a continuación seguía componiendo y componiendo y probando sus partituras, se levantaba, tocaba el clavicordio, cantaba y volvía a sentarse y seguir componiendo, al final la obra está completa, como un borracho Händel cae sobre la cama y duerme el sueño de un auténtico coloso.
Händel duerme durante 17 horas, en su casa temen que el ataque se haya reproducido y vuelven a buscar al médico, cuando ya entran en su casa el criado les advierte que no es necesario:” ya ha despertado, y ahora está comiendo como seis descargadores”, en efecto Händel sentado en una mesa llena de viandas, como un señor feudal, una vez habiéndose repuesto del sueño satisface a su gigantesco cuerpo del hambre de 3 semanas.

Meses después de estos episodios, dos hombres llaman a la puerta de una casa en Abbey Street, alquilada por Händel mientras vive en Dublin, en ese tiempo Händel ha deleitado a la ciudad con obras exquisitas y ahora va a estrenar (antes que en Londres) su nueva obra, el Mesías, en Dublin, en reconocimiento al cariño que le profesa esta ciudad.

En vista de lo extraordinario de este concierto era de esperar que los beneficios también lo fueran, y estos hombres venían a preguntar que si el maestro con su generosidad ya conocida (Händel unía a su genialidad como músico una extraordinaria calidad humana) no querría destinar los beneficios de la primera representación a las instituciones de beneficencia que ellos representaban.

Händel acepta, simplemente les pide que le expliquen a que instituciones irían destinados los beneficios, uno de los hombres le dice que a los presos de diferentes cárceles, el otro que a los enfermos del hospital Mercier, a continuación le recalcan que solo los ingresos de la primera representación.
No, contesta Händel, serán todos, nunca cobraré un penique por esa obra, serán siempre para los presos y para los enfermos porque yo también fui un preso y un enfermo y aquel que me la inspiró me sanó y me liberó.

El 13 de Abril de 1742 es la representación, una tremenda multitud (700 personas, cantidad hasta entonces nunca alcanzada) se agolpa ante las puertas, los hombres han venido sin espada y las damas sin miriñaque para poder aprovechar más el espacio, la genial obra lleva al éxtasis a los oyentes que al final atronan con sus aplausos, Händel se aparta a un lado para no ser el destinatario de ellos y dar a entender que es Dios realmente quien debe recibirlos ya que le ha inspirado esta genial creación.




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